Estas son las preguntas que han aparecido en los exámenes de PAU en los últimos años:
- Describa los tres principales espacios del escenario urbano en que se mueven los personajes de Luciérnagas, de Ana María Matute.
- Analice la caracterización del escenario urbano barcelonés en Luciérnagas, de Ana María Matute.
- Analice el sentido del término luciérnagas aplicado a los protagonistas de la novela homónima de Ana María Matute.
- Describa los caracteres de los personajes principales de Luciérnagas (Sol, Cloti y Cristián), de Ana María Matute.
- Comente las siguientes palabras de Antonio Vilanova sobre Luciérnagas, de Ana María Matute: «Ana María Matute posee una mágica y sobrecogedora intuición de la vida, y no sólo de la vida íntima de su heroína, a la que retrata en el difícil tránsito de la vaga feminidad adolescente a la plenitud de mujer, sino de la vida cotidiana y vulgar en todo cuanto atañe a la eterna y doliente condición humana».
- Explique el impacto de la Guerra Civil en Luciérnagas, de Ana María Matute, señalando especialmente cómo incidió en la vida de los protagonistas.
- Analice cómo se refleja el momento histórico en Luciérnagas, de Ana María Matute, prestando especial atención a las características de clase social, ideológicas y morales de los protagonistas.
- Comente el siguiente fragmento del capítulo 4 de la primera parte de Luciérnagas, de Ana María Matute, señalando especialmente cómo refleja el trauma que supuso la Guerra Civil.
Un día inesperado y violento, de la noche a la mañana, todas las cosas, hasta los mismos seres, cambiaron repentinamente. Aquellos hombres, antes grises y disciplinados, mataron a su padre. [...] Sólo sus ojos abiertos, desesperadamente abiertos, le miraban. Eduardo sintió fijas en su carne aquellas pupilas, como un grito. Y un sacudimiento profundo, un horror inmenso ante el mundo, ante los hombres, se apoderó de él. [...] Todo se tambaleaba a su alrededor. Y, absurda-mente, le vinieron a la memoria los viejos camareros, la llamita azul del hornillo de alcohol, que calentaba los platos, el olor a caoba, la sonrisa del viejo maître, los espejos de marco dorado... [...] Bruscamente, la cuerda se rompía. La cadena saltaba hecha pedazos.La ciudad era ahora una ciudad distinta. Por las calles, antes limpias, se amontonaba la basura. Las gentes iban mal vestidas. Casi ningún hombre llevaba corbata. Los primeros días en que se aventuró a salir, Eduardo avanzaba tímidamente, mirando ávido a un lado y otro. Los edificios que creyó seguros, inconmovibles, parecían llenarse de un temblor irreal, fantástico. En los bal-cones, grandes carteles y banderas, hombres con fusiles y ametralladoras. Por las calles, hombres vestidos con mono azul o con el torso desnudo, con rojos pañuelos al cuello, desfilaban puño en alto. [...] Por las noches y en el atardecer, grandes resplandores rojizos lamían las paredes de las casas. Alguna campana, insólita, terrible, llamaba a quién sabe qué, o quién, antes de caer entre los escombros. [...] Los niños, renegridos, medio desnudos, con sus vientres hinchados y sus cabezas grandes, apedreaban las vidrieras de colores. - Comente el siguiente fragmento del capítulo VIII de la segunda parte de Luciérnagas, de Ana María Matute.
Cristián sólo buscaba dos cosas: cigarrillos y coñac. En una vitrina había copas de cristal, la abrió y sacó un par. Golpeó ligeramente con la uña el borde de una de ellas y cerró los ojos. Sol se acercó, mirándole. El pequeño ruido, tembloroso, largo, evocaba lejanas campanadas, tal vez oídas hacía mucho, mucho tiempo, cuando ninguno de los dos había nacido.Cristián sonrió, los ojos impregnados de una luz que parecía brotar de aquel sonido. Sol hubiese querido entrar en aquella especie de burbuja que él creaba y encontrarse allí. Era cierto que ya no podía dejar-le, algún ángel desconocido, alguna fuerza horrible o infinitamente hermosa, los acercaba uno a otro, como jamás lo estuvieron de nadie. Dos animales anónimos, sin méritos ni heroicidad alguna, dos criaturas, esas que ella vio en el campo al borde de los caminos. Unos, arrastrándose sobre la tierra, otros intentando volar, golpeándose contra las paredes, con la cabeza encendida. Luciérnagas, barcos errantes en la noche. «Apenas le conozco, pero cuánto sé ya de nosotros dos, no de él, de nosotros dos». Las copas de cristal, entre sus dedos, retenían aún el temblor brillante. Parecía —pensó— contener entre las manos una galaxia infinita.—Sonríe —decía ahora Cristián—. Si no nos inventamos motivos para sonreír, te aseguro que nadie nos los regalará... Todo, todo hay que inventarlo de nuevo.Ella sonrió, débilmente, porque le costaba mucho ese gesto simple, leve como un milagro. «Tal vez hemos de inventarnos las sonrisas, el olvido, la paz, la tierra, el amor. Tal vez hemos de inventarnos a nosotros mismos».
- Comente el siguiente fragmento del capítulo VI de la segunda parte de Luciérnagas, de Ana María Matute, situándolo en su contexto argumental y caracterizándolo narrativa y estilísticamente.
En aquel momento se oyeron, cercanos, los motores. Los aviones volvían. Cristián rechinó los dientes.—¡Vete! —dijo Pablo en voz baja—. Vete y déjame aquí. Ya no hay remedio.Pero Cristián le cortó, con súbita furia:—¡No, no te dejaré! ¡No te dejaré, Pablo, pase lo que pase!—¡No seas idiota! Han aplastado a casi todos los Borrero... Anda, márchate y escapa tú, por lo menos.«Sálvate tú, por lo menos...» Siempre, siempre igual. «Aprovecha tú, por lo menos...» «Ya que no puedo yo, que puedas aprovechar tú...» («Pablo, Pablo, hermano. Yo no sé recoger lo que tú me das, yo no sé aprovechar lo que tú me das, hemos vivido siempre así, recogiendo yo cosas que no pedía, que me permitía escoger, he vivido siempre con el peso de lo que tú me dabas. Siempre, a la fuerza, cargando con una vida que no era la mía, que no era para mí. Pablo, Pablo, hermano, quisiera explicarte tantas cosas ahora, quisiera explicarte toda mi cobardía, la calle por la que avanzamos tú y yo se corta, se rompe, y hay un vacío debajo de mis pies, un enorme hueco por donde tu vida cae, cae y se pierde. Pablo, Pablo, tu voz está llena de eco. No quiero liberarme así de tu vida, de tu peso... »).